Adán
y Eva, el Paraiso y la Serpiente, son ideas tan incorporadas
a nuestra cultura que casi podríamos considerarlas
universales. Lo mismo el concepto de Pecado, y la enumeración
de los mismos.

Pero los orientales no tienen idea del Pecado
Original, nadie cometió una falta por la que se pudo
merecer la desgracia sobre la Tierra, y entonces el sexo no
es tabú. Y junto con eso, los conceptos de placer y
dolor, pedofilia u homosexualidad son relativos.

Los hindúes han sistematizado la actividad
sexual en los famosos tratados Kama Sutra o Ananga Ranga y
las mujeres libremente usan masturbadores que atan al pie
y con habiles movimientos introducen y sacan de la vagina.
Para curarse de enfermedades vaginales, herpes
u hongos se introducen penes de cuarzo que ofrecen a la luz
solar para desarrollar las posibilidades energétcas
de la piedra.
Los japoneses, sibaritas del sexo, mantienen
el recato en el escenario médico. Con muñequitas
de marfil, la mujer le señala al médico la localización
de sus malestares y dolores, evitando la vergonzosa desnudez.

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